Restitución, Civilidad, Innovación

Restitución, Civilidad, Innovación

 

Si tuviera que destacar tres características principales de la Cofradía Ecce Homo en estos 25 años, diría: Restitución,CivilidadInnovación. Estamos ante una Cofradía que nació como refundación de otra Hermandad anterior, que quiso ubicarse en el seno de la sociedad civil y que, sin pararse a pensar en críti­cas, se arriesgó a innovar, creando un estilo propio que ha acabado siendo modelo y referencia para el re­sto de hermandades y cofradías hellineras.

Sacar en procesión un Ecce Homo fue en realidad hacer una Restitución al pueblo de Hellín de un paso que en su día hubo. La frase “Cofradía “Ecce Homo” (Balcón de Pilatos)” está presente en los prime­ros documentos internos, papeletasde rifa, etc. En la revista Redoble de 1985, la Cofradía publica un co­municado oficial cuyo título decía: “Hellinero: LaCofradía del ‘Ecce Homo’ (Balcón de Pilatos) desfilará otra vez en la Semana Santa de 1986”. Ese comunicado, se ilustraba con la imagen del paso destruido en 1936. Habían pasado 50 años desde entonces. ¿Qué historia tenía aquelpaso?

Desde 1858 una imagen del Ecce Homo desfilaba en solitario. Era una obra realizada por el escultor murciano Pedro Franco y la gente lo llamaba el Señor de la Caña. Años más tarde, aún en el siglo XIX, se le añadieron al paso dos nuevas figuras: Poncio Pilatos y un soldado romano. Las barbas y el atuendo oto­mano de Pilatos, la armadura medieval delsoldado, el Cristo cabizbajo mirando al pueblo desde un balcón de rejería, componían un paso de gran impacto visual:el Balcón de Pilatos. Quienes lo vieron desfilar po­dían describirlo con facilidad, pero, ay, también contaban en quésituación tan deplorable se encontraba esa hermandad en los años que precedieron a la Guerra Civil, con un número muy reducido de nazarenos.

Si atendemos a esta historia vemos que el Ecce Homo actual es heredero del primer paso en cuanto al nombre de laCofradía, pero con el cua­dro escénico del segundo, sin el balcón. En 1986, cuando iba a desfilar el nuevo Ecce Homo, elpresidente de la Cofra­día dijo en una entrevista que no se había puesto balcón porque el que se había pensado colocar era muy cos­toso, pero que “sería la novedad del próximo año”. Sin embargo, este paso había sido concebido porZamorano, muy acertadamente, sin ese innecesario apoyo, ganando en perspectiva y facili­tando esa suerte de visión deun Cristo que camina por las calles de Hellín, en una estampa majestuosa finamente descrita por poetas y escritores. La gente no podría referirse ya a este paso como el Balcón de Pilatos. El Ecce Homo iniciaba así su andadura, que era realmente un regreso a los orí­genes.

Esa  “estampa majestuosa” es un a de las claves de este nuevo Ecce Homo. Me referí al anterior como un “Cristocabizbajo”, su contrapunto. Zamorano era una persona religiosa y quería que su Cristo dejara patente su divinidad. Decía el maestro en una rara y valiosa entrevista casi al final de su vida: “La idea que he tenido de Cristo y que he plasmado en mi obra era la de un ser perfecto, el más hermoso entre los hijos”. Muchos no entendieron el porqué de la complexión de este singular Ecce Homo y él mismo, ante las críticas, llegó a dudar. El tiempo dará a esta imagen el valor artístico que merezca, que el respeto, cariño y veneración de los hellineros no le va a faltar. Las otras imágenes dePilatos y el joven esclavo que lo acompañan, menos arriesgadas, son una muestra soberbia de la profesionalidad dedon José Zamorano Martínez, que si en vida no tuvo todo el apoyo que se merecía de sus paisanos, al menos que tras su muerte la Ciudad de Hellín perpetúe y difunda su legado artístico. La procesión in memoriam del pasado sábado, conel desfile de toda la imaginería que ha dejado aquí, era un homenaje debido.

Contemplemos el paso del Ecce Homo ¿Qué se está contando en esta escena de la Pasión? Es el momento en que Cristo, ataviado como un rey por la soldadesca, con corona de espinas en la cabeza, una caña como cetro en la mano y mantode púrpura en los hombros, es presentado por Pilatos al pueblo judío con estas palabras: “Ahí tenéis al hombre”, en latín: “ecce homo”. En la iconografía de la Pasión, las anti­guas escenas del Lavatorio de Pilatos se sustituyeron por otras con la presentación del “Rey de los Judíos” a la turba enloquecida, los llamados “Improperios”. Finalmente, a partir delsiglo XV, el propio Cristo fue representado en solitario, normalmente con los atributos burlescos de la realeza, un tipode imagen denomi­nada “Ecce Homo”, muy presente en la religiosidad popular.

Estos detalles que acabo de contar son bastante conocidos, el porqué de su simbología tal vez no tanto. Veamos unpoco de historia. Cristo había muerto crucificado, un tipo de sentencia de muerte que las autoridades judías no podían dictar y que las romanas reservaban para los delitos más graves contra la sociedad o el Estado. Esa sentencia la dictó elGobernador de los Judíos, Poncio Pilatos, y en un principio se tejieron leyendas sobre el destino funesto que tuvo por elcrimen que había cometido. En los Evangelios Apócrifos es evidente la infamia de Pilatos. No obstante, cuando losapóstoles empezaron a difundir el Evangelio por todo el Imperio Romano, se inició un proceso paulatino de exculpaciónde los ciudadanos romanos implicados en la muerte de Jesús. El lavatorio de manos de Pilatos, una costumbre judía, no ro­mana, formaba parte de esta justificación. Pilatos que, según lo describían los judíos Josefo y Filón, con­temporáneos suyos, era un hombre inflexible, duro y obstinado, sería recordado en los Evangelios como un ejemplo de persona indecisa y pusilánime, que condenó a Jesús porque no pudo salvarlo, y los mismos soldados romanos fueron presentados como testigos de que se había matado a un hombre justo. Uno de ellos, el centurión que atravesó el pechode Cristo, fue declarado santo, San Longinos, aunque su onomás­tica se ha quitado ahora del calendario litúrgico católico. La mujer de Pilatos también fue elevada a los alta­res en las iglesias Ortodoxa y Copta: Santa Prócula. Finalmente, la Iglesia Copta concluyó esta exculpación de las autoridades romanas con la declaración de un nuevo mártir cristiano: San Poncio Pilatos. Celebran su santo el 25 de junio.

Esta revisión de la historia tuvo un desgraciado reverso. Se declaró la inocencia de los romanos, pero cayó la culpa sobre el pueblo judío que fue acusado de la muerte de Jesucristo. La historia del antiju­daísmo es larga y dolorosa. El Concilio Vaticano II ya rechazó cualquier interpretación del Nuevo Testa­mento que condujera a la culpabilidad del pueblo judío en esa condena a muerte, pero no sería hasta 1998 cuando la Iglesia Católica expresara en un importante documento sobre el Holocausto, preparado durante once años, su arrepentimiento por lo que hicieron algunos cristianos con los judíos en distintas épocas.

Volvamos a nuestro Aniversario, después de esta miscelánea histórica. Así pues, hace 25 años se pensó devolver al pueblo de Hellín uno de los dos pasos que habían sido destruidos al comienzo de la Gue­rra Civil y que quedaban todavía por rehacer: el Balcón de Pilatos o La Caída. Fueron “unos locos” como se les llamó entonces, junto a un buen número de amigos y familiares que se apuntaron a la Cofradía y un sinnúmero de hellineros que colaboraron con ayudas de todo tipo, desde la simple papeleta de rifa, hasta una aportación en metálico sustanciosa. Al parecer, fue La Caída el paso que primero se pensó recuperar, y durante algún tiempo se albergó el sueño de que cuando se pagara elpaso del Ecce Homo, se encargara La Caída y completar así la restitución del cuadro procesional de la Pasión que había en Hellín antes de la Guerra. La juventud no conoce límites y aquella savia nueva llegó en el momento más esperado. 1984 había sido un año de tristes presagios semanasanteros, incumplidos, afortunadamente.

Eran los años de la transición, en los que se iban recuperando antiguas tradiciones y fiestas popula­res casi extintas en la Dictadura, en cambio otras, que el Régimen había fomentado, como las procesiones de Semana Santa, empezaban a languidecer en muchos lugares. En Hellín, los tambores se iban multipli­cando cada año, pero las hermandades se las veían y se las deseaban para poder sacar sus pasos a la calle. Aquel año de 1984 parecía que se había tocado fondo, en la revista Redoble el Presidente de la Aso­ciación de Cofradías y Hermandades decía: “Atravesamos momentos difíciles. Esto es innegable”, y un arti­culista hablando de las procesiones se expresaba así: “¿Quién vendrá a ver algo que no existe?… Este es el final”.

No fue el final, sino el principio de la época de máximo esplendor, seguramente, de toda la historia de la Semana Santa hellinera. Tres años después de aquellos presagios, en la revista Redoble de 1987, el mismo Presidente de la Asociaciónde Cofradías y Hermandades emitía este dictamen: “Creo sinceramente que nuestra Semana Santa y sus Tamboradas están en período altísimo de brillantez”. Añadamos a esa frase que algo de ese brillo tendría que ver con el nacimientode esta Cofradía, al menos con el soplo de esperanza que supuso para todos, y con los principios que la animaban.

Uno de estos principios es lo que he denominado “Civilidad”. Esta Cofradía nació con una vocación de ser arte y parte dela sociedad civil, una vocación casi obsesiva. Digo esto porque, hoy día, a años vista, suena raro lo de “sociosfundadores”, “Asociación Cofradía Ecce Homo”, etc. Pasó mucho tiempo hasta que se decidió eliminar el término “Asociación” del nombre oficial. En cuanto a los “socios fundadores”, al poco tiempo de salir el paso decidieron prescindir de cualquier derecho que no tuviera otro miembro de la Cofra­día. Todo un símbolo de una manera de hacer las cosas: nada de privilegios, nada de jefaturas, todo a vo­tación, hoy unos, mañana otros. Estos fundadores no tenían precisamente un perfil de “capillitas”, para utili­zar la expresión sevillana, al contrario más bien. Pero con la simbiosis entre lo sagrado y lo profano que se produce en Hellín, nadie puede decir que esté en uno sólo de esos lados, todos terminan en los dos, que acaban siendo el mismo. La Semana Santa de Hellín, en su doble vertiente sacro-profana es elcorazón de este pueblo, su ritmo y compás, el ciclo de su vida anual. Esa es su grandeza, que todos tienen cabida, quenadie está excluido. La fe se dice de muchas maneras. Y cuando no se puede decir, se muestra.

Esta Cofradía quiso ser una entidad civil, una asociación independiente de la jerarquía eclesiástica no circunscrita sólo a la actividad procesional, una institución que se hiciera presente en la ciudad de Hellín, a lo largo del año. Para ello elaboró unos estatutos, siendo la primera hermandad hellinera que los legalizó. Todo el articulado rezuma civilidad. El artículo segundo, por ejemplo, relativo a los Fines de la Asociación, dice, entre otras cosas, lo siguiente: “Fomentar cuantas actividades se relacionen con la Semana Santa de Hellín, así como organizar actividades culturales y recreativas diversas”. Para ello era fundamental contar con un local espacioso en el que se pudieran hacer actos, realizar exposiciones, etc., aparte de que sirviera de lugar de custodia del trono, báculos y diversos enseres.

No hacía ni tres años que estaba el paso desfilando cuando se compró en la Calle de la Cantarería el antiguo Obrador de La Elisa, que era una pura ruina pero que los cofrades mismos restauraron en tres años. No era el segundo gasto importante que se hacía tras el paso, a los dos años se había estrenado trono nuevo, y todo esto requería un capital queno se podía sacar sólo vendiendo lotería, había que inven­tar nuevas formas de financiación, que al mismo tiempo daban cuenta de la presencia pública en la vida social hellinera de esta Cofradía. Esas actividades y otras sin ningún ánimo lucrativo e, incluso a beneficio de instituciones, se engloban en esa característica que decía al principio: laInnovación.

No voy a hacer una relación detallada de actividades realizadas, ni siquiera aproximada. En la re­vista conmemorativaque se editará se podrán ver los pormenores. La lista es larga y variada, sorpren­diendo además la fecha tan temprana en la que se hicieron ciertas actividades que hoy se han populari­zado: exposiciones, conciertos, concursos fotográficos, participación en la Feria, festivales benéficos, etc. Cada Junta Directiva que ha habido ha tenido su afán. El de la última, con el entusiasmo continuo del pá­rroco D. Victoriano Navarro, ha sido este maravilloso retablo del Ecce Homo, una obrade Francisco Azorín Vela, con pinturas de Ángel Pérez Poveda. El taller de Paco Caza ha sido para los del Ecce Homo casiuna segunda sede, en estos últimos seis años. A todos acogía, con todos tenía algo que hablar, mientras iba tallando o poniendo láminas de pan de oro. Un maestro en todos los sentidos de la palabra.

No quisiera terminar sin destacar la que para mí sería la mayor innovación de esta Cofradía, lo que se podría llamar “elestilo Ecce Homo”. Es una forma de salir en procesión acorde con la majestuosidad de la imagen titular que comentaba antes. A mediados de los 80 y hasta muchos años después era normal ver nazarenos con zapatillas de deporte, o con las túnicas a dos palmos del pie, o chiquillos en procesión hablando y moviéndose de un sitio a otro… Se pensaba que eso era una característica más de la Semana Santa hellinera, pero había otra manera de hacer las cosas y esta Cofradía lo tuvo claro desde su primera salida: sin prisas, con orden, seriedad, compostura, silencio, solemnidad. Aquello impactaba bastante, y aunque desfilando así era el conjunto de la procesión lo que se enaltecía, no fue fácil que esto se aceptara. Hubo muchas críticas.

Por aquel entonces el ritmo de las procesiones venía en general marcado por la velocidad que lle­vara la tracción mecánica de la mayoría de los pasos. A la fuerza, un trono  portado a hombros en medio de la procesión provocaba uncorte en la misma si no se reducía la velocidad de los anteriores. Por muy aprisa que se fuera, el Ecce Homo siempre paraba la procesión del Jueves Santo, como si fueran tamborileros. Esto tenía su punto de ironía, porque prácticamente todos los costaleros eran tamborileros impenitentes, es decir con el hábito de tocar el tambor muy arraigado. Para más inri, a partir de 1990 el Ecce Homo empieza a desfilar al compás de las marchas que tocara la banda de música que lo acompañaba. Más lentitud. Más críticas. Un estilo inconfundible que poco a poco va a ir calando en otras hermandades,   especialmente en las de nueva creación. Hoy día, las procesiones de la Semana Santa de Hellín, concostaleros en todos sus pasos, tronos e imágenes renovados, la mayoría con su banda de música, los nazarenos desfilando con otro porte y seriedad, etc., componen otra imagen muy distinta, que los visitantes o los espectadores detelevisión que las ven en ciudades y pueblos de Castilla la Mancha quedan impresionados. No atribuyamos a la CofradíaEcce Homo méritos que no tiene, pero algo habrá tenido que ver su labor durante estos 25 años en esa buena impresión.

Había bastante que contar, pero me he dejado lo más importante para muchos cofrades: el recuerdo de los seres queridos ausentes en estos años, que vivieron los avatares de la Cofradía. Muchas flores del santo terminan en Pascua en el Cementerio. Vaya para ellos mi último recuerdo.

Tomás Merlos Sánchez